jueves, 28 de mayo de 2009

Espectacular

La palabra “espectacular” está de moda. Quizá, a primera vista, no os hayáis dado cuenta. Algunas palabras pasan inadvertidas mientras se implantan en el habla común, y cuando las descubres ya son una plaga. Y entonces -cuando las descubres- sobresalen de la frase como si fueran de distinto color o como si sonasen con altavoces.

En mayo de 2009 (no sé qué ocurrirá en el futuro) “espectacular” goza de una salud y una musculatura de hierro. Resuena por todas las esquinas. La palabreja se ha diseminado en el lenguaje acaparando significados fronterizos e invadiendo otros que, francamente, no le corresponden. ¿Seguro que no os habéis dado cuenta? Es que ha circulado sin levantar sospechas aprovechándose de su familiaridad en nuestros oídos. Así ha llegado a todas partes. Hoy todo lo que es grande, numeroso, intenso, fantástico, terrible, alto, minúsculo, precioso, se ha resumido en "espectacular". Antes la descripción de lo sobresaliente demandaba una cierta búsqueda del término. La sintonía con el contexto, la coincidencia con el significado real de las palabras y el uso de los oportunos matices, según el caso, eran las claves. Fidelidad a la lengua y fuerza expresiva, simplemente. Hoy, que todo cabe en espectacular, dichas cuestiones se dejan de lado. O mejor: ni se plantean.

Transcribo unos cuantos ejemplos de mis apuntes: antes hacía un calor agobiante, asfixiante, pegajoso, intenso o infernal, ahora es un “calor espectacular”. Una gran comida no es una comilona ni un banquete, es una “comida espectacular”. Los manjares ya no están buenos, exquisitos o deliciosos, sino “espectaculares”. La cocina, en concreto, incide mucho en lo espectacular. He tomado notas de un programa de gastronomía emitido el sábado en la televisión: “Este pollo casero es espectacular” (pero quería decir riquísimo). “Los pepinos le van espectacularmente” (el adjetivo ya tiene su adverbio, faltaría más). “Los ingredientes producen espectaculares efectos secundarios” (se refería a efectos fabulosos sobre el miembro viril, eso sí que podría ser un espectáculo). “El maridaje es espectacular” (ni óptimo, ni idóneo, ni perfecto, basta con espectacular). Y apuesto a que el derroche de espectacularidad no terminó cuando yo me levanté de la silla sin acabar el programa. Como es un espacio británico culpo al traductor; y ello avala mi tesis: la palabra está de moda (en España, fuera de aquí no sé) y el traductor es una persona moderna -española- que vive en el presente.

Pensándolo bien, la plaga está más arraigada de lo que yo creía. Hasta los españoles en el extranjero lo ven todo tras la lente de lo espectacular. Domingo por la noche, primera cadena. Hace frío en Belgrado y amenaza lluvia. Una española afincada en Serbia dice a la cámara: “tenemos un día espectacular” (en un sentido negativo, atención), y algo más tarde, referido al Danubio, dice un compatriota: “el río es espectacular”. Sobre una plantación agrícola apunta: “el rendimiento es espectacular”. Y: “los productos son espectaculares”. Miré el reloj y me fui a la cama a soñar con espectáculos (pues a pesar de la crítica que aquí se hace al abuso -y no al uso- de la palabra algunos fenómenos pueden ser, en verdad, espectaculares).

¿No es una plaga? Esta mañana, en un programa de salud, dice la doctora: “El cerebro es el órgano que más glucosa consume”. Y luego, como si el éxtasis hubiese invadido su cerebro hambriento de glucosa, añade: “espectacular”. ¿Espectacular? Pues que alguien lleve el espectáculo a un circo, cerebros devorando azúcar, estaría bien, ¿no? Espectacularmente bien. Frente a mí, en una boda, alguien mastica su gran calzone de pato y foie. ¿Emitirá un veredicto? Sí, lo hace. ¿Suculento, delicado, delicioso, sabroso, soberbio, tierno, crujiente, impresionante, inconmensurable, sublime? No. E-s-p-e-c-t-a-c-u-l-a-r, así, deletreando y con especial énfasis en la “c” intermedia. Creo que en ese preciso momento alcanzó la iluminación.

Espectacular está de moda como lo estuvo en su día -y algo perdura- “importante”. ¿Recordáis? ”Hace un calor importante”. “Un número importante de personas asistió al acto”. “Cayó desde una altura importante”. Importante por qué. ¿Son famosos el susodicho calor, el número de personas o la altura, han ganado algún premio? No. Es como espectacular, aunque nuestra palabra de moda arrasa en el mercado. Se ha engullido a importante, que ya estaba hipernutrido, y todo lo que antiguamente era “importante” (grande, numeroso, significativo…) ahora puede ser espectacular.

(O casi todo. Dijo ayer el famoso presentador del famoso concurso musical de la temporada: “aún queda una parte importante de programa”. No fue una observación referida al contenido, que hubiese sido lo correcto, sino al tiempo. Un tiempo “importante”, quizá una hora. Una hora de emisión aún es un tiempo importante. ¿Y espectacular? No, para eso el programa tendría que durar toda la noche. En ese caso sí, espectacular vendría a cuento; y algún audaz de los que abren caminos en el lenguaje lo soltaría, no me cabe duda: como tampoco dudo que crearía escuela).

Nuevos y “espectaculares” ejemplos van sumándose cada día y si me dejo llevar no terminaré nunca. Porque “espectacular” es el comodín de los comodines. Es todo un hallazgo. Ahorra pensamiento. Ahorra palabras. Ahorra energía. Cien por cien ecológico. Y cuenta con un bonito perfil: fijaos en su sonoridad, en su robusta carrocería, en su estructura silábica. Así te engancha. Es una epidemia: mis amigos están contagiados, los pregoneros de la prensa hablada y escrita también, los predicadores de toda clase, el tendero, las mascotas, los geranios, todo el mundo, incluso yo, hemos contraído el mal. Como una droga. Cuanto más lo consumimos más lo necesitamos. Otra dosis, por favor, “espectacular” me hace sentir inteligente, culto, erudito. Casi ni te cabe en la boca: Es-peC-ta-cu-lar. Todos los que lo pronuncian entran en trance, así te engancha. En el hit parade de los topicazos “espectacular”, en el día de hoy, es el triunfador.

1 comentario:

  1. Ingenioso texto, buena reflexión, casi dan ganas de decir espectac...no, no, jajaja.

    Un beso Roberto.

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